El 2025 terminó como uno de los años más complejos para la vitivinicultura argentina, con paritarias tensas, una vendimia marcada por dos realidades opuestas y un cambio regulatorio que, según la Federación de Obreros y Empleados Vitivinícolas y Afines, pone en riesgo la trazabilidad del vino.
“Crecimos en algunos aspectos, pero no logramos recuperar el salario perdido tras la devaluación de 2024”, resumió Daniel Romero, secretario de Prensa de Foeva. Para 2026, la meta es concreta: recomponer el salario real, sostener el empleo y defender la transparencia de la cadena.
Foeva presentó su balance anual, en el cual destacó las negociaciones paritarias condicionadas por topes salariales oficiales que no reflejaron la inflación real. A la mesa fragmentada -diez cámaras empresarias por el lado de bodega y 9 por viña- se sumó un contexto económico restrictivo.
Recién en octubre se cerraron los acuerdos: 12% para bodega y 9,9% para viña. “Fue un avance dentro de lo posible, pero muy lejos de lo necesario para recomponer el poder adquisitivo”, afirmó Romero.
En cuanto a la va Vendimia 2025, Foeva describió una brecha inédita. En viña, la caída del rendimiento y la desaparición de pequeños productores configuró uno de los escenarios más duros en años. Para los trabajadores, esto significó menos empleo, menores ingresos y una carga laboral intensa en medio de precios deprimidos y presión por la uva importada.
En bodega, la baja del consumo interno y la caída de ventas generó recortes en empresas de referencia como La Riojana, Norton, Fecovita y firmas de San Juan. La adopción acelerada de tecnología agregó otro desafío: moderniza procesos, pero reconfigura tareas y presiona sobre el empleo tradicional.
Reforma del INV
Otro punto crítico del año fue la reforma del Instituto Nacional de Vitivinicultura mediante la Resolución 37/2025. La eliminación de controles presenciales en viña, cosecha, elaboración y fraccionamiento, y el límite del control al vino ya embotellado, generó fuerte rechazo gremial.
“Si el INV solo controla el vino fraccionado, desaparece la trazabilidad. No sabremos cuánta uva se cosechó ni en qué condiciones”, advirtió Romero. Foeva alerta que el cambio favorece la informalidad, debilita la fiscalización laboral y pone en riesgo la calidad e imagen del vino argentino en mercados exigentes.
Finalmente, pese al contexto, Foeva reconoció que se lograron mejoras para los trabajadores: Ampliación y mejora de los kits de útiles; Incremento del subsidio por sepelio; Incorporación del fondo de retiro como nuevo beneficio; Más apoyo a sindicatos de base en inspecciones y reclamos; y Obras edilicias y mejoras en alojamientos, buffet y servicios para afiliados. Estas acciones, señala Romero, permitieron acompañar a los trabajadores “en un año muy difícil, incluso cuando los salarios no alcanzaron a recuperarse”. (NAP)